martes, 6 de julio de 2010

El te amo es incontrolable.

"No se que está pasando
Ya ves, me estoy enamorando 
Un descuido, un segundo
Y mi plan perdió su rumbo
No se en que estoy pensando
Si yo no te estaba buscando
Era dueña de mi mundo
Hasta que llegaste tú
."
La excusa agrava la ausencia 

Recorrí su cara con la vista y clavé mis ojos en los suyos. Sé que una historia de amor no debería empezar así pero el caso es que justamente comenzo esta, de la misma manera y en una noche especial, un 21 de Julio tras la llegada del invierno.
Como decía, nos observabamos como dos niños pequeños que descubren la efectividad de una mentirilla y con la satisfacción de quien mira un arco iris por primera vez. Es algo que estaba esperando naturalmente pero que igual me tomó con la guardia baja,  creo que siquiera había pensado en el tema pero ya me lo veía venir y en cuanto tuve la oportunidad de hablar con él fue como si los planetas se alinearan y algo dijera que estabamos destinados a ser  nosotros. Luego de un buen rato mirándolo de reojo me armé de valor y me acerqué a hablarle con la mayor tranquilidad pero me fue imposible. Él se acercó a mí y pensé que me caía. No solo lo pensé si no que también lo hice, pero ahí estaba él para ayudarme a sostenerme. Con la excusa de que me sentía mal, me acompañó a sentarme e incluso se negó a moverse de mi lado por no dejarme "aburrida y sola" A mi me apenaba la situación y me sentía avergonzada de que él estuviera desaprovechando aquella fiesta por estar junto a mi. Creo que incluso llegué a quejarme de que no bailara... pero sí quería bailar, aunque no con ellas sino conmigo. En cuanto le dije que me sentía mejor fuimos a bailar. Al mejor estilo Cenicienta bailamos hasta la medianoche que torpe de mí y por demostrarle a mi madre que ya era mayor, me torcí el pie por culpa del tacón y terminé sentada en una silla, pero con él a mi lado y ninguno de los dos quería moverse. No entendía el por qué de esa fascinación sin despegue hacia mi, al comienzo pensé que estaría aburrido y le daba pena, luego que quería algo más de mí y luego no pensé nada más. Porque ya no volví a pensar en otra cosa que no fuera en su persona. Y sí efectivamente señoras y señores, me había enamorado. Contra mi voluntad porque nadie vino a preguntarme "oye ¿quieres enamorarte de él?" de todas maneras no precisaban un permiso firmado, pero al menos un avisito, un mensaje de texto, cualquier cosa que dijera el amor de tu vida estará en la fiesta así que vete preparada y sobre todo deja la torpeza en casa
Pero no, siempre me acompañaba y era obvio que esta no iba a ser la excepción. Aunque debo admitir que esta fue una muy buena no-excepción, nos empezamos a conocer y supe que él era el primo de una conocida mía, que vivía a unas calles de mi casa y que se llamaba Bruno. Como era de esperar le dije mi nombre y pude darme cuenta de lo bonito que sonaba cuando él lo decía, melódico, tierno..."Rocío" repetía una y otra vez. Yo reía silenciosamente y así la noche pasó. Nos despedimos casi al amanecer yo con su teléfono y él con el mío.
Al llegar a mi casa no dejé de pensar en él ni por un minuto, cuando logré conciliar el sueño ¿qué tal?  soñé con él. Mi vida había dado un giro inesperado al que no pretendía llegar hasta dentro de unos años pero como dicen, el amor llega cuando menos tú lo esperas. 
Al otro día fue su voz la que me despertó. No su voz mismo, sino el tono de mi celular, atendí pero como recién me despertaba mi voz sonaba como la de mi madre por lo que creyó que no era yo y colgó. Cuando vi de quién era la llamada, lo telefoneé para avisarle que en efecto era yo. Reímos, lo recuerdo y arreglamos para encontrarnos esa misma tarde a tomar un refresco y pasear un poco. Y así fue. Ese día y el otro, y el otro, el otro y así por muchos días y semanas más. Me sentía cada día más enamorada y así paso todo el invierno. El más hermoso de mi vida, el más cálido que jamás pudiera haber pedido. Y tras la ida del invierno llegó la primavera, salíamos a más sitios al aire libre, parques, playas incluso hicimos una excursión al monte con su hermana. Nuestros padres se llevaban de maravilla y su hermana era ya casi que mi mejor amiga. Mi vida iba perfecta hasta una tarde, esperaba que fuera como cualquier otra pero marcó el comienzo de una etapa de mi vida y la finalidad de otra. Habíamos quedado como siempre de encontrarnos en el parque para hablar, el quería contarme algo y allá fui yo. Recostados en el pasto como dos amigos, me confesó su amor, le confesé el mío y el resto ¿por qué contarlo, no? nos dimos un beso, fue el momento más feliz de toda mi existencia. Pero ella tenía que arruinarlo todo aunque yo no la conocía. Me había hablado unas veces de ella presentándomela como su ex-novia. Y es así, en mi momento de máxima felicidad ella tenía que aparecer y arruinarlo todo pero aunque me cueste reconocerlo, ella no lo arruinó fue él el que estropeó toda la mescolanza de cosas lindas que yo sentía. Ella vino, nos vio besándonos y armó un escándalo. Pensé que solamente se trataban de celos de ex-novia pero era algo más, ella empezó a llorar alto y a gritarle "¿por qué has hecho esto conmigo? ¿Por qué me engañas?" yo no entendía a que iba la pregunta porque ellos habían cortado hace tiempo ¿o no era así la historia? le pregunté "¿de qué hablas?" a lo que contestó "y tú ¿no te da vergüenza romper una relación?" quedé pretificada, sólo pude balbucear un simple ¿como? y ella instantaneamente se dio cuenta que yo no era sólo una más y que no estaba enterada de la situación.
Lo miré a los ojos y seguí mirándolo hasta que mis lágrimas lo impidieron, me las sequé rapidamente, siempre había creído que llorar era para débiles y ahí me tenían llorando públicamente. 
Quizo retenerme pero él me conocía y sabía que no lo lograría, eché a correr llorando sin voltear aunque él no corría tras de mí, no quería excusarse solo jugaba conmigo. Corrí como nunca cargando con la humillación, el dolor y la derrota, no sé a donde pero llegué lejos. Me costó encontrar el camino a casa pero lo hice mal, que me pesara. Sólo quería desaparecer por siempre, no ser nada en el mundo.
Luego del primer shock, vinieron las preguntas y las dudas, cada vez más hondas. Me sentía a morir, pensé que realmente era mi final. Mis padres estaban desesperados porque yo no quería salir de mi cuarto, era sólo una depresiva más. Sólo otra afectada de un mal común normalmente llamado amor. 
Él vino todos los días a golpear mi puerta, mi hermano lo dejó pasar unas veces pero luego ya no más. Aunque él seguía ahí. Lo veía desde mi ventana, desde lo alto sentado en un tronco rascándose la nuca o con las manos en la cabeza. Muchas veces lo vi llorar, y aunque sentía que cada lágrima me mataba, no quería bajar a hablar con él. Por más horrible que sonara él debía marcharse pero cada día íbamos peor. Al principio eran visitas, ahora se pasaba la tarde entera sentado en el tronco de debajo de mi ventana, en silencio.
Dicen que el tiempo cura las heridas, puede ser. Pasé el invierno más cálido junto a él y la primavera más gélida sin su presencia... y lo extrañaba demasiado. El tiempo no lo había borrado de mi mente pero habían suavizado el impacto de la traición. Un día como todos, el se encontraba sentado bajo mi ventana, y yo bajé y lo sorprendí por detrás.
Aún con mi ropa de dormir y mi pelo recogido con una pinza lo llamé por su nombre, mi voz sonaba extraña hacía mucho que no hablaba. Enseguida se volteó y comprendí que no era la única que sufría. En su rostro se veía la desesperación y el miedo. Secó sus lágrimas y se hincó frente a mí abrazando mi cintura dijo "por favor, perdóname" y simplemente lloró. En cuclillas y junto a él también yo lloré todo el dolor guardado que todavía mantenía, pero todo este tiempo no había arrancado a Bruno de mi corazón, sino que lo había aferrado todavía más. Subiendo el tono de mi voz lloré, fuerte. Más fuerte que nunca. No quise explicaciones de él, sabía que se había equivocado pero también yo. ¿Cómo lo había dejado morir de esa forma? Estaba más delgado y estos meses no se habían echo notar solamente en mí.
Lo perdoné y aunque como ya dije, no quería explicaciones pero igual me las dió. Él sí tenía novia, pero no por amor sino por obligación en negocios de su padre. Él de verdad me amaba y me había citado para contarme todo, pero su hermana sin malas intenciones le había mencionado a su novia por lo que ella fue a buscarnos. En su casa nada se desbarató, su padre cerró el negocio y su madre se la pasaba afuera. Él estaba totalmente solo y su padre se negaba a ayudarlo con la situación que él había generado. La huelga bajo mi ventana había tenido sus consecuencias en su alimentación pero nada muy grave.
Lo abracé fuertísimo, jurando nunca más soltarlo. Aún en el día de hoy no entiendo como podía sentir un amor tan excesivo a mis dieciséis años pero no me arrepiento. Los años junto a él transcurrieron felices, demasiado diría yo. Él siempre amándome, respetándome y cuidándome como a su vida. No hemos vuelto a tener peleas desde aquel entonces y por más que trataron no pudieron separarnos. Así como las personas maduran, también lo hace el amor dandome al mejor esposo del mundo y al mejor padre de mis hijos. Es lo que más me importa luego de todo lo que me tocó hacer por esto. Sé que aún soy joven pero hace diez años que lo conozco y no hay un sólo día que me levante y agradezca a Dios por haberlo conocido.

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