domingo, 27 de marzo de 2011

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Quizá ya no la vean así, quizá halla cambiado por fuera y mejorado por dentro. Pero sigue siendo la misma chica tierna que siempre fue, aunque su inocencia ya casi no esté, aunque juegue a ser mayor por el placer de sentirse más poderosa. Le gusta jugar, no los juegos de pequeña sino nuevos juegos. Jugar a los muñecos con personas reales, jugar a la cazadora y ver a los chicos caer en sus trampa. Juega sucio, y cuanto más apuesta más gana en el retorcido juego de la seducción. Porque por más que salga de baile los fines de semana, por más que tome alcohol porque eso la gratifica, o que para ver que se siente, intente fumar un cigarrillo, no deja de ser la de siempre. La misma que sufre también porque juegan con ella, la misma que cree en los finales felices aunque sabe que no existen. La misma que cada vez que un chico es lindo con ella se ilusiona inutilmente, vuela alto y el golpe le duele demasiado, y en lo más hondo. Porque aunque las otras digan que parece una chica fácil y no sea así, intenta seguir aquellos cuentos de hadas que solía leer cuando tenía cuatro, queriendo aplicarlos a su adolescencia, besando todos los sapos que necesite para encontrar al que se convertirá en príncipe, bailando toda la noche y desapareciendo luego cuando las cosas no hayan salido como esperaba. Y nadie piensa en lo que para ella es sano, a nadie le importa el dolor que pueda sentir por un rechazo, ni que beba para olvidarlo y sentir que por un momento el mundo es el que está mal, el mundo es el que se mueve bajo sus pies y no ella la que se tambalea porque la borrachera ya es evidente. Ella es una princesa, aunque no lo parezca. Aunque termine en una playa riendo a los gritos o llorando en silencio, con sus amigas más intimas o con el sapo más desconocido, por el simple placer de vivir la vida en compañia de alguien que la valora...o no, pero nunca sabrá porque confía demasiado en las personas. Porque cuando está sola en su habitación, con la luz apagada, en silencio observando el cielo también llora, y también piensa. Ella tiene sentimientos, sus viernes no son todos de fiesta, ni sus fiestas son todas felices, y anhela por un amor nuevo que la cuide de verdad, que la sepa amar y no la lastime, se intenta proteger a si misma pero no puede negar que se le hablanda el corazon al recordar antiguos amores, que la hicieron reir llorar, sufrir, alegrarse porque todos son parte de su historia. Porque aunque no lo parezca, después de todo ella sigue creyendo en el amor.

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